Los vecinos de las viviendas del barrio Altxikar, en Ea, ya pueden dormir más tranquilos una vez concluidas las obras de estabilización de la ladera del monte que amenazaba continuamente con toneladas de piedra pendiendo sobre sus casas. Tras tres meses de trabajos se ha puesto fin a un quebradero de cabeza al que el Consistorio eatarra ha tratado de dar solución en los últimos doce años, sobre todo tras la muerte, sepultado por un alud, de un obrero que trabajaba en la construcción de las viviendas en el fondo del valle.
Tras varias reparaciones temporales y la elaboración de estudios para realizar esta complicada labor, finalmente la empresa geotécnica Larrea optó por excavar la superficie inestable hasta alcanzar una capa más firme, por lo que fueron retirados 3.000 metros cúbicos de piedras del talud norte de la ladera. Una vez alcanzada la capa idónea, se han colocado 1.800 metros cuadrados de diferentes tipos de mallas, sujetas con bulones lineales de entre 4 y 9 metros de profundidad, para retener los pequeños desprendimientos que pudieran darse. "También se han construido tres muros de contención cada 30 metros y se ha mejorado el drenaje", explicó el director del proyecto, Agustín Larrea.
El proyecto ha tenido un presupuesto de aproximadamente 450.000 euros, que han sido financiados prácticamente en su totalidad por la Diputación Foral de Bizkaia a través de la bolsa de Imprevistos. De esta manera, una vez concluidas las labores de los operarios, solo resta que la naturaleza siga su curso y las enredaderas vegetales que se han plantado en la zona ocupen la superficie reparada para minimizar el impacto visual que produce la gran superficie mallada.
El alcalde de la localidad, Juan Luis Landazabal, expresó su satisfacción por el final de este proyecto que supone "un momento muy importante para el municipio, ya que esta larga historia no ha resultado agradable para nadie y, qué decir, para los familiares de Alberto Lorenzo Barreña, que perdió la vida aquí", quiso recordar el primer edil.
UN FALLECIDO
La avalancha en la que falleció el obrero en 1999 produjo la caída de 15.000 metros cúbicos de sedimentos, que también alcanzaron a las viviendas y al vial de la zona baja del talud. Desde entonces las labores para frenar los desprendimientos han sido constantes -hubo otro alud en marzo de 2005-, aunque las mallas de seguridad que se instalaban se colmataban de grandes piedras que pendían sobre los bloques de viviendas del fondo del valle, a cuyos habitantes la situación generaba incertidumbre y temor. Estas piedras, en ocasiones de gran tamaño, debían de ser retiradas en ocasiones en labores que exigían un gran esfuerzo debido a la orografía del terreno.
"No quiero olvidar los continuos trámites que realizó mi antecesor en el cargo, Asier Madarieta", reconoció el alcalde, para ilustrar los innumerables desvelos que producía la situación en la localidad costera. El primer edil, también agradeció la buena disposición de los dueños de los terrenos en los que ha sido necesario actuar para asentar la ladera y que han vendido o cedido para este fin. "Además de dar mayor seguridad, se ha dado un acabado a los trabajos que incluso se han mejorado terrenos, caminos y pasos que estaban cubiertos por las zarzas", concluyó Landazabal.